miércoles, 2 de febrero de 2011

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me asombro y entusiasmo muchas veces por haberos conocido es curioso que se haya convertido en una costumbre de cada mañana recordaros y sonreir por ello debajo de todas las capas a las que  el invierno obliga un yo apenas distinguible a modo de iceberg en la mañana helada como indicio de vosotros nota cómo las arrugas alrededor de los ojos se vuelven más profundas y van llegando a las sienes arrugas como anillos de los árboles a la intemperie feliz de deambular juntos como dibujando o borrando en  un gesto un trazo familiar pero también inesperado y extraño que parece siempre el mismo y a la vez siempre nuevo  como respirar