Durante un viaje en su avioneta particular (Elizabeth no viajó, porque no se encontraba bien), su marido, Michael Todd, murió al estrellarse el aparato, lo que frenó en seco el rodaje. Contra todos los pronósticos, la actriz reapareció semanas más tarde, aunque visiblemente más delgada, y poco después había recuperado el dominio de su personaje
un progresivo distanciamiento del punto de partida que da como resultado que éste acabe desapareciendo
Dos soledades casi absolutas
sacrificando la continuidad misma de la realidad
La mirada japonesa
La incomunicación
delicada pero firme osamenta
(variaciones sobre fragmentos de la programación de abril de la filmoteca)