martes, 8 de noviembre de 2011


como era la primera vez que estaba en la ciudad de las translúcidas papeleras radiografíasde recogió sutil  los manteles de papel de las bandejas del café de Flore como cartografías y compró un libro París l´ínstant volvió dos veces a aquellas tiendas japonesas de recovecos y días de lluvia y pensó que nunca olvidaría la atmósfera de entre los árboles del pequeño jardín de Notre Dame las sonrisas francas de los niños que se cruzan ni el salir del metro en San Michel los trenes los andenes y sus reflejos de azulejos y el sentirse acompañado pero no agobiado pensó también que se trataba en efecto de la ciudad del amor sobretodo de aquel no correspondido allí donde van a parar y sueñan juntas la mujer a la que amó y la que le amó pero no amó y tal vez la que pudo haber amado o amará y piensa  es que uno no elige a quien ama ni cuándo ni cuánto igual que ni siquiera conoce la ciudad a la que llega  y menos de la que se va El último día haciendo tiempo descubre que en la misma acera de su hotel pero yendo hacia el lado al que nunca se dirigieron hay un pequeño cine de nombre desperado y un pasaje bellísimo y una pequeña pizzería llamada Roma