martes, 14 de febrero de 2012

¡ª /





a dos mil metros de altitud se te nublan los ojos y al respirar duele como la soledad de la cima todo es nítidamente borroso como si no pudiera ser de otra forma como si en el fondo esa fuera la esencia de todas la cosas  no lo que parecen sino lo que parece que no. cada día duermes en un lugar mullido distinto y por ahora nada ha sido tan cómodo como el metro de Nueva York pero sin sonido. o era París. conservas el  contraluz de la espera y el calor tan intenso. sensación que te guardaste para cuando te hiciera falta en invierno. necesitas ver el mar.