Queda claro. Si ya no existe (ni nunca existió) sólo un universo sino muchos, infinitos, con todas las posibilidades probables e improbables que no se daban en éste, existe otro universo en el que ni siquiera llegaste a conocerla, otro en el que os conocéis y es ella la que insiste en conocerte más, otro en el que viajáis a la vez, pero no juntos, a la isla de Aogashima, otro en el que la aborreces, otro en el que camináis en paralelo un día de mucho viento en los jardines de Kensington, otro en el que ella está delante en la cola del supermercado y ha comprado exactamente lo mismo que tú, otro en el que pierdes el sombrero y días más tarde ella lo pisa sin querer y otro en el que lo pisa queriendo... Pero este universo, este universo en el que ahora me miras, dices, no es que sea más real que el resto, sino de momento, sólo más doloroso; pues los otros no te llegan tanto, si bien sientes que pudieran estar comunicados de alguna manera, porque te vienen recuerdos que ya nunca serán aquí,porque no, porque es ya tarde, o pronto. y por tu insostenibilidad innata y completamente demodé.
(releer el jardín de los senderos que se bifurcan)
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