jueves, 28 de mayo de 2015

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Esto es lo que Vladimir Bellow hizo con todos los NO de ella: 
Construir un SÍ como una casa. Una casa hecha de mientras y de entres. De lo importante. Cruzó la frontera sin ser visto. Al mediodía descansó en la penúltima página, allí donde se agolpan las frases que no quieren todavía acabar con las infinitas posibilidades de la última. Compartió brisa con Michel y Emir*, saludó a la doncella que, con el peso de los gabanes, había volcado, cayéndose, detrás del mostrador. La ayudó a levantarse. También a los abrigos. Luego empezó a nevar, y para cuando se sentaba en la mesa (redonda) de la cocina (copos blancos sobre madera de roble) distinguió en el reflejo acompasado de la aguja pequeña de su reloj un tren nocturno. Los vagones eran espesores a trazos de noche sin luna. Pero no, no todos. Uno de ellos es un salpicado rítmico de un interior de terciopelo, luces y mesas de mármol (o de sombras de ramas sobre una superficie pulida y beige) y hay un hombre. Un hombre que, después de haber descorrido todas las voluptuosas cortinas del vagón restaurante, se ha sentado a dibujar. O a escribir. En cualquier caso; dibuja como quien escribe y escribe como quien dibuja. Pero el hecho es que, en ese mismo momento, la mujer a la que Vladimir Bellow ha construido una casa hecha de mientras y de entres, mientras pasea por la abrumadora estepa, entre las más serena de las oscuridades, distingue algo en la lejanía, y posa allí su mirada. Y esto es lo que ve: misteriosos destellos de luz vagando en línea. O mejor. Una estrella fugaz deshecha en puntos suspensivos, deslizándose por la noche y por el mundo como sólo puede deslizarse el rotulador de un hombre que, en ese mismo instante, en ese misma estrella, dibuja o escribe, a millones de años luz. 
(Norbert_Schwontkowski_NS_Z_443_00.001.M-550x764.jpg + tumblr_n876mmWRqv1tvcxeko1_500.jpg + tumblr_nnlcn8RLIh1spzh04o1_500.jpg + tumblr_noszxlk7Bg1s0got1o1_500.jpg+ *Gondry y Kusturica)
A Andrés y al relato de su Odisea en tren nocturno de ayer. Calle Almadén, un hombre pasa a caballo, un insecto nunca visto, la postal de un mar de nubes. Café Matilda. Una llamada perdida de Mery Sostiene.