viernes, 16 de octubre de 2015

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Ocupados en sus inaplazables quehaceres, rehuyen el combate aplazándolo al infinito. Así son mucho humanos; más a gusto en lo tangible que en lo evanescente. Pero el paisaje temblaba por todas partes, y aunque el paso estaba prohibido en varios idiomas, erraste por la ciudad cada día (interiores, exteriores y entres), con la interrogación de siempre quebrándote de asombros y de nudos, marineros, de garganta y estómago. Ibas peinado con un cómodo sombrero para la huida (en honor a Jean Cocteau y a La mentira que siempre dice la verdad), y no tenias, menos mal, aunque a veces doliera, certeza, ni prisa.
(fotografías de Museo Thyssen_tras_Munch_llegando a Cibeles número 2_desde el estudio 4 Caminos) Merci Jean Philippe Toussaint, Tatiana Tolstoi)