sábado, 7 de mayo de 2011

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aquel hombre tenía las orejas como encajadas y el pelo alrededor respetaba ese lugar de excavaciones arqueológicas y le sonaron las tripas justo a la vez que le vibraba el móvil y sin saber muy bien a quién atender primero se comió el móvil respondiendo interferencias masticadas a quien al otro lado no salía ni de su asombro ni de su boca pero no le sentó mal y desde la indigestión incomunicada posterior contaba el equívoco como proeza haciendo saber al interlocutor quienquieraquefuese que estaba deseando saber cómo se sintió aquel con quién hablaba y al que había perdido quiensabesiparasiempre en la inmensidad de su cordura