lunes, 15 de diciembre de 2014

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Algunas torpezas (i relevantes) de estos días:

-Tropiezas en el borde de un magnífico ejemplar de alcorque y caes lateralmente en el mismo, sorteando el tronco del árbol que acoge, pero no así el suelo. El dolor que te sobrevino, tuvo la facultad de reorganizar otros dolores, que se volvieron insignificantes en relación a. Las raspaduras de tierra te comunicaron directamente con el verano. 
-Un siete en el jersey. 
Se trataba, hasta ese momento, de un jersey sólo de ochos.
-Empapaste varios periódicos del quiosco al acercarte con el paraguas desplegado a consultar un titular. Consiguiente reprimenda (merecida) por parte del quiosquero. Decides comprar todos los ejemplares mojados por el descuido(9). Cuando llegas a casa los pones a secar en el radiador. Se han vuelto enormemente fotogénicos. 
-Tiras el teléfono móvil por la ventana. Te sientes mucho mejor. A los pocos minutos suena el timbre. El portero. Te pregunta si es acaso vuestro ese móvil. El móvil. Sí. Mío. ¿Pero cómo? El portero, que parece compartir no sólo tu asombro, sino la mezcla de ese asombro con algo de pena, te explica: Debió rebotar en el toldo del café, para caer en el carro de la compra de la señora T que entraba en ese momento en el portal. Afortunadamente llevaba, encima del cuarto y mitad de pechuga, el anorak de su marido. Pues muchas gracias JL, le dices, todavía algo compungido. Y cuando ya se está marchando, tú con el móvil en la mano, sin saber muy bien qué sentir, se gira a principio de tramo de escalera y dice: No se preocupe don A, a fin de cuentas, ya no es un móvil sin más, es un superviviente. Sonríes y asientes repetidamente. Sabiduría rima con portería.

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